Las mentiras cambian el orden de las palabras, nos hacen engañarnos a nosotros mismos. Un filósofo dedujo que las personas decimos como mínimo una mentira al día.
Aunque digamos que no lo hacemos, todos mentimos, ya sea por el bien de otros o simplemente por nuestros pensamientos. Es cierto que cuando mentimos por alguien es para no hacerle daño, porque a veces las mentiras duelen más que las verdades.
Nuestros padres nos enseñan de pequeños que mentir esta mal, se supone que no se debe mentir, pero si volvemos a la infancia por un momento y miramos a los adultos podemos comprobar que todos mienten, es ley de vida.
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