Un día me sentí fatal, asustada, con lagrimas en los ojos, cabreada, angustiada, sola. Paseé por aquella isla, con mi música a todo volumen, pasaban personas a mi lado y no quería mirarlas, me senté en la playa, una niña se acercó a mi, me entregó algo en la mano y se fue sin más. Cuando ya se había ido abrí mi muñeca y la encontré. Una sonrisa de cumpleaños apareció en mi cara. La felicidad volvía a correr por mis venas. Todo gracias a ella.
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